la Unidad Especial de Caballería, ¿En peligro de extinción?

Desde los años 80 han perdido dos terceras partes de sus efectivos




Celadores Reales. Éste es el nombre que recibía en 1825 el Regimiento de Caballería y que hoy, casi 200 años después, se constituye en la Unidad Especial de Caballería, la de mayor antigüedad del Cuerpo Nacional de Policía.
Sin embargo, desde los años ochenta se han perdido casi las dos terceras partes de los efectivos que había en estas unidades, según declara el Jefe de la Unidad Central de Caballería, Juan Félix Martínez. Eso sí, ahora son «mucho más especializadas y se rentabiliza mucho más el número de efectivos de los que se disponen».
Madrid, Sevilla y Valencia son las ciudades en las que aún quedan estas unidades que, no obstante, se desplazan allí donde hay necesidad. Los camiones, con una capacidad para seis caballos, junto con el equipamiento y el personal, sustituyen a los largos desplazamientos, más lentos, que hacían en otra época. Pueblo a pueblo.

Su futuro, según el camino

Los motores han desplazado a los caballos pese a lo cual la Unidad Especial de Caballería ofrece unas características que no pueden las demás: sociabilización, visibilidad y un carácter profundamente preventivo y proactivo. Así es como lo ve Martínez. «¿Tiene futuro? Puesdepende de hacia que sociedad vamos. Si vamos a una sociedad en la que queremos resolver problemas de manera preventiva, está claro que la caballería es muy importante», afirma.
Reino Unido, Alemania o Francia son algunos de los ejemplos que el Jefe de la Unidad Central utiliza para explicar que, en otros países, estas unidades tienen gran importancia. «Casi todos los países de nuestro entorno que están a unos niveles de operatividad importantes emplean el caballo muy a menudo» e incluso en Francia «cada vez tienen más unidades montadas». Es este sentido recuerda que cuando en Orleans crearon la Unidad Montada, de un año a otro disminuyó la delincuencia un 20 por ciento.
«Aquí no es lo mismo porque somos más reacios a ver la realidad del problema. El caballo tiene una función, proactiva. Si eso se transmite al ciudadano, ve en el jinete la persona que le va a resolver el problema, no el que se lo va a crear»
Sobre el problema de las heces de los caballos, Martínez declara que «nuestro ánimo no está en ensuciar las calles». Por ello, «comunicamos el hecho y una patrulla de limpieza pública se suele acercar y recoger el estiércol». «Lo que no es de recibo es que, si un señor está haciendo un servicio, tenga que dejar ese servicio porque el animal ha estercolado», explica. Aun así, el policía asegura que «ir en coche nos está causando muchos más perjuicios que lo que puede hacer el estercolado del caballo». En alguna ocasión incluso hay personas que se llevan el estiércol para las macetas, a pesar de ser demasiado fuerte.

Pura raza española

Cada año, una letra. Así es como se asignaban los nombres de los caballos, según la fecha en la que fueran adquiridos. Pero desde que en el 2007 alcanzaran un acuerdo con el Organismo Autónomo de Cría Caballar de las Fuerzas Armadas, es allí donde le asignan el nombre a los caballos. Llegan a la Unidad con tres o cuatro años, nombre y apellidos.
Una vez que se adquieren, se les hace una valoración y se les adiestra hasta que se puedan unir al operativo. Los propios policías siguen un proceso similar por el que tardan cerca de dos años hasta que son plenamente operativos, aunque la formación no termina nunca, recibiendo cursos anuales.
La proporción entre número de caballos y jinetes es casi la misma. No obstante, no forman la misma pareja habitualmente. No sería útil ni para el caballo ni para el jinete, que acabarían acostumbrándose a ciertos vicios, explica Martínez.

Cuestión de dinero

Por si pudieran quedar dudas, el Jefe de la Unidad de Caballería explica que «si el que echa cuentas, las sabe echar, el caballo es mucho más barato que el vehículo».
¿Las razones? «El caballo consume poquísimo y dura más que un vehículo y en mejores condiciones de trabajo. La imagen que transmite es mucho mejor y la labor de prevención es mucho mejor». Otras cuestiones, reconoce, como la velocidad o el tipo de intervenciones que se les puede pedir «quizá se quedan al margen».
Tampoco le preocupan los accidentes. «Si tuviera que hacer memoria tendría que remontarme a hace mucho tiempo», afirma. «A diario estamos patrullando y no suele haber ningún tipo de incidencias».
«La caballería siempre ha existido» y hoy, aunque al jinete se le ha dado poco trabajo, lo que está claro para Martínez es que «cuando llega un caballo, la situación se pacifica porque la gente se socializa mucho mejor» con el agente.

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